STEFANO BONACCI
Italia, 1971
LUCÍA MENDOZA
Para Stefano Bonacci, la obra de arte es siempre el producto de una continua observación de la realidad que se resuelve y toma forma a través de un largo trabajo de síntesis. Su trabajo atraviesa varias fases, siendo el resultado final el que alumbra una forma arquetípica, una forma original que potencialmente contiene infinitas variaciones posibles. Vemos sus obras como máquinas anacrónicas que se escapan del tiempo presente, que no reflejan aspectos o imágenes populares. Son como organismos fosilizados, algo parecido a fragmentos de historia suspendidos en espacio y tiempo. Se concentran en silencio, en equilibrio con el espacio. Muchos de sus trabajos tienen su origen en la observación de la naturaleza y la relación que se crea entre el punto de vista y el paisaje observado, entre el espacio interior y el espacio exterior.